domingo, 29 de noviembre de 2009

¡El cine en Centroamérica florece!

Por Ana Xóchitl Alarcón y Karolina Hernández
Contrapartes Costa Rica, Festival Ícaro de Cine y Video en Centroamérica

Dos visiones que coinciden en la certeza de que la fuerza expresiva del cine y el audiovisual de Centroamérica se desarrolla con entusiasmo, vigor y solidez.

“Cuando en 1997 Casa Comal Arte y Cultura de Guatemala sondeaba con colegas de la región su interés en participar y ser jurados del Primer Festival Ícaro a la creación audiovisual en Guatemala, no me imaginaba que a muy corto plazo sería co-fundadora del Festival y contraparte del comité organizador en Costa Rica, encargada de garantizar la participación costarricense en el Festival Ícaro Cine y Video en Centroamérica. Y así a 12 años de haber iniciado esta aventura audiovisual centroamericana una sensación muy alentadora me permite saborear la certeza de que se siguen sumando entusiasmos que permitirán consolidar, cada vez más y con mejores condiciones, el Ícaro como ventana regional y mundial del quehacer audiovisual en esta maravillosa parte del planeta” (Ana Xóchitl Alarcón).

El Festival Ícaro de Cine y Video en Centroamérica es la fiesta audiovisual más importante y con más trayectoria de la región Centroamericana. Con su sede principal en Guatemala, dicho Festival llegó a su décimo segunda edición, y se celebró del 19 al 26 de noviembre en la capital Guatemalteca.

En esta edición compitieron 94 obras de Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala; además de 48 obras provenientes de Europa, Asia, el Caribe, Norte y Sur América que compitieron en las categorías internacionales.

Un comité preseleccionador en cada país en fue el encargado de visionar y escoger las 3 mejores obras de cada categoría que representarían a su país en la competencia regional. Las categorías en las que se participó fueron cortometraje ficción, cortometraje documental, largometraje internacional, largometraje documental, cortometraje ficción internacional, largometraje documental internacional, largometraje ficción, largometraje ficción internacional, animación, audiovisual educativo, experimental, reportaje y videoclip.

Para esta edición, más de 400 trabajos fueron inscritos en toda la región, estableciendo el más alto récord de inscripción en toda la historia del festival centroamericano. Rafael Rosal, director de Casa Comal, organización guatemalteca fundadora y productora del Festival Ícaro y de cantidad de obras audiovisuales anualmente, explicó que “a pesar de la crisis económica mundial, los centroamericanos nos estamos expresando audiovisualmente como nunca antes. Una nueva generación de artistas surge pujante aprovechando los recursos que la revolución tecnológica ha puesto a su alcance”.
Estar en el Festival, nos permitió confirmarlo. La calidad y la cantidad de obras audiovisuales que se están produciendo en la región, se vió reflejada en el Ícaro de esta edición, en donde, además de presentarse trabajos que cumplen con los estándares internacionales de factura técnica y artística, proponen un lenguaje diferente, un lenguaje Centroamericano, que está deseoso de ser contado, y de ser visto y escuchado.

Ambas hemos tenido la dicha, por diversas razones personales, de viajar varias veces a nuestros países hermanos de Centroamérica, y esas experiencias nos han dejado claro que tenemos muchísimas cosas en común… muchas más de las que nos imaginamos. Y que además tenemos tantas particularidades, casi infinitas… que convierten esta franja de tierra y sus historias, un lugar único en el planeta. Un lugar que necesita ser mostrado, y ser visto… por sus habitantes, y por el resto del mundo.


El Ícaro: una ventana hacia adentro y hacia afuera.

Como el mayor espacio de visibilización regional, el Ícaro está muy bien pensado y organizado.

La inauguración abrió con la premier de la película "El premio Flaco" del prestigioso director cubano, Juan Carlos Cremata.

Durante la semana invitados internacionales como Gabriel Retes (México), Irene Blecua (España), Katrin Pors (Dinamarca), Asa Faringer (Suecia), Ulf Hultberg (Suecia), Iraida Malberti (Cuba), presentaron sus nuevas obras y algunos de ellos impartieron conferencias magistrales y talleres, como es el caso del “Taller teórico-práctico del proceso de montaje desde el guión hasta la copia final”, impartido por Irene Blecua durante toda la semana del Festival; o el conversatorio “El cine, un medio de transformación social”, en el que participaron Ulf Hultberg y Katrin Pors, entre otros panelistas centroamericanos.

Y por supuesto, en Guatemala se mostró lo mejor del cine centroamericano, en competencia.

Las Selección Oficial se presentó en distintas sedes de acuerdo a su categoría de concurso:
Las obras concursantes en las categorías de cine (excepto los largometrajes de ficción), se presentaron en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, en dos espacios bautizados como Teatro al Aire Libre y Teatro de Cámara; y en la Concha Acústica del Parque Central, todos con entrada gratuita.
Los largometrajes de ficción fueron exhibidos en el Cine Pradera, y la entrada tuvo un costo de menos de dos dólares.
Mientras que las categorías de televisión fueron transmitidas del 12 al 26 de noviembre por www.casacomal.tv, VEA Canal, TV USAC y TV Maya.

Adicionalmente, se proyectó fuera de concurso, una selección especial de documentales ganadores del prestigioso fondo holandés Jan Vrijman Fund, una muestra de largometrajes italianos, venezolanos, y clásicos del cine guatemalteco. La mayoría de estas proyecciones estuvieron presentadas por sus realizadores y actores, gracias al apoyo de la Cinemateca Nacional de Guatemala. Estas proyecciones se realizaron en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias y la entrada fue gratuita.


¿Y cómo estuvo la competencia?

La competencia se dividió en dos secciones, la de cine y la de video y televisión, dándole un espacio de difusión a ambos los géneros audiovisuales. El jurado evaluador de los trabajos en competencia de la sección de cine estuvo conformado por María Martha Antín (Argentina), Alessandro Brandestini (Colombia) y Michel Lipkes (México). Para las categorías de televisión el jurado lo integraron Luis Valdivieso (España), Ramiro Sandoval (Estados Unidos) y Andrés Montoya (Estados Unidos).

Los ganadores de la categoría de televisión fueron:
Mejor Animación:
“Atormentada” de El Salvador, dirigida por Giovanni Fabietti.
Mención especial a “El Gato Negro” de Costa Rica, dirigida por Alex Catona.
Mejor Audiovisual Educativo: “Las aventuras de Junajpu´ y Luna” de Guatemala, dirigida por Alejo Crisóstomo.
Mejor Obra Experimental: El jurado decide otorgar el primer premio compartido a “Imágenes Contemplativas I y II” del Salvador, dirigida por Alexia Miranda, y “Atitlán 2050” de Guatemala, dirigida por Álvaro Gámez.
Mejor Reportaje: “Excluidos de la Sociedad” de Nicaragua, dirigido por Steff Biemans.
Mejor Videoclip: “Tulululú Remix” de DJ Revuelta Sonora, Nicaragua. Dirigido por Israel Lewites y Steff Biemans.
Mención especial a Insensato por su novedad en la producción.
Premio Ícaro al Derecho Alimentario en Centroamérica: “No voy a cambiar a mi madre por una burra”. de Ericka Tomas.

Los ganadores de la categoría de cine fueron:
Mejor cortometraje ficción: “Cuilos” de Costa Rica, dirigido por Paz Fábrega.
Mejor cortometraje documental: “El tanque” de Guatemala, dirigido por el Noticiero Intercultural, ACSUR Las Segovias.
Mejor largometraje internacional: “La frontera infinita” de México, dirigido por Juan Manuel Sepúlveda.
Mejor largometraje documental: “Algunas dimensiones de Efraín Recinos” de Guatemala, dirigido por Eduardo Spiegeler.
Mejor cortometraje ficción internacional: “Café Paraíso” de México, dirigido por Alonso Ruizpalacios.
Mejor largometraje documental internacional: “La chirola” de Cuba, dirigido por Diego Mondaca Gutiérrez.
Mejor largometraje ficción: “Tercer mundo” de Costa Rica, dirigido por César Caro Cruz.
Mejor largometraje ficción internacional: “El clavel Negro” de Suecia, dirigido por Ulf Hultberg.
Mejor dirección: Gustavo Fallas por “Bajamar” de Costa Rica.
Mejor actriz: Michelle Vasquez por “Cuilos” de Costa Rica.
Mejor actor: Carlos Saldaña por “Los espejos” de Guatemala.
Mejor fotografía: Fernando “Cate” Montero por “Bajamar” de Costa Rica.
Mejor guión: Paz Fábrega por “Cuilos” de Costa Rica.
Mejor arte: Isabel Alvarado por “Cuilos” de Costa Rica.
Mejor música: Bernardo Quesada por “Bajamar” de Costa Rica.
Mejor montaje: David Lucio Martínez por “Sangre es sangre” de Panamá.

El actor, director y montajista Newyorkino Ramiro Sandoval, invitado como jurado para el festival, comentó que era la primera vez que había estado en Centroamérica, y que era neófito en cine centroamericano… agregó además, que “hay algunos trabajos que tienen un lenguaje diferente, algo que no había visto antes…”.
La cultura es única e irrepetible, lo que le da un tremendo valor de producción al cine centroamericano: no hay nada igual.
Sandoval mencionó también que “el criterio de selección fue independiente del país… valoramos trabajos, y no cuotas de participación… así que nosotros lo vemos como el trabajo de la región”. Y es que de hecho lo es. La profesionalización del cine Centroamericano, va de la mano de la generación de una red de producción y distribución regional, que haga rentable y le de sostenibilidad a la producción local, generando así una industria audiovisual sólida y competente. Es fundamental la unión centroamericana en materia audiovisual, y aprovechar y potenciar el hecho de que como países, son más las cosas que nos unen, que las que nos separan.


8 Ícaros para Costa Rica:

La noche del jueves 26 de noviembre en la concha acústica del Teatro Nacional de Guatemala Miguel Ángel Asturias, se anunciaron los premios. Con un cielo despejado y bajo la mirada de una cómplice luna en cuarto creciente, el mejor cortometraje, el mejor largo, la mejor foto, la mejor música, la mejor dirección de arte, la mejor actriz, el mejor guión, y una mención especial para animación, comenzaron un desfile para venirse a Costa Rica. Este año además de nosotras, una linda delegación tica acompañó en la premiación creadores audiovisuales y actores, y dio cobertura con el equipo del programa Lunes de Cinemateca del Canal 15 de la Universidad de Costa Rica.
Al día siguiente muy temprano empezó la logística para empacar las 7 estatuillas y el diploma. Buscar espuma, cajas y cinta adhesiva, luego dar todas las explicaciones en el aeropuerto, pasar por las bandas de rayos equis y más explicaciones, hasta finalmente entrar al avión e insistir en que no podíamos arriesgarnos a traer las cajas con los Ícaros en el equipaje por el peligro de que se quebraran. No faltó alguien que entendiera la importancia de proteger estos íconos que premian la calidad, y el capitán Ernesto Gutiérrez de TACA, en persona fue a recoger las cajas para autorizarnos colocarlas en asientos desocupados del avión, y que no corrieran ningún riesgo de golpearse.


Después del despegue, el Ícaro vuela por Centroamérica:

Desde hace 6 años, finalizado el Festival en Guatemala, la selección oficial de trabajos sigue volando por Centroamérica, recorriendo en una muestra itinerante todas las demás capitales de la región.
El Ícaro cuenta con un comité organizador en cada país de Centroamérica, el cual se encarga, además de coordinar la preselección de los trabajos previo al Festival regional; de la organización del Festival itinerante en su país. Las películas vienen viajando por las capitales de Centroamérica gracias al apoyo solidario de los choferes de Ticabus, Hugo Aguilar y James Álvarez.
En una reunión en la que participaron las contrapartes centroamericanas Rafael Rosal y Elías Jiménez (Guatemala), Carlos Corado (El Salvador), Marta Calarisa Hernández y María José Alvarez (Nicaragua) Enrique Kin (Panamá) y Ana Xóchitl Alarcón y Karolina Hernández (Costa Rica); las valoraciones de experiencias de producción del Ícaro en cada país, son más que positivas, y reflejan el momento histórico de desarrollo del cine regional en el que nos encontramos.

El 2009 es un año próspero para Centroamérica, y augura éxitos para los años venideros. En toda la región hay una efervescencia de producciones, cantidad y variedad de propuestas y un público interesado e identificado con ellas. Un mayor y creciente apoyo estatal y privado, Ong´s, Universidades, Centros Culturales, entre otras instancias, forman parte del movimiento.
Así, sumando voluntades creativas y entusiastas complicidades, terminó el viaje al Ícaro, con la certeza de que trabajar en equipo es siempre más sabroso y enriquecedor. Ana Xóchitl y Karolina regresamos a casa con las manos llenas de Ícaros y esperanzas para el cine y el audiovisual no sólo de nuestro país sino de toda la región.

Después de esta experiencia, solo resta una cosa por decir: hay que seguir produciendo. Mejor y más inteligentemente. Sin duda alguna, el florecimiento del cine centroamericano es resultado de una siembra de años. Pero hay que tener claro, que dar los primeros pasos, significa solamente, que aún falta mucho camino por delante...

martes, 28 de julio de 2009

El Mundo Grúa de Rulo

Gordo ex-rockero busca trabajo como operador de grúa.
Por Iván Porras Meléndez

Explosiones, Hollywood, épicos puntos de giro, anteojos 3D, melodramas y celebritis (así, leído en español con sentido patológico de hinchazón)…. No hay nada de esto en Mundo Grúa (1999), la primer película del director argentino Pablo Trapero, que hoy me corresponde recomendar para su cacería en dividí.

¿Qué nos atrae de las películas de Trapero? El intimismo con el cual vemos la historia, una puesta de escena que asemeja el documentalismo y unos personajes naturales que juegan a irrumpir la frontera entre la ficción y la realidad.

La primera que usted debería ver es Mundo Grúa, que sin darle mucha vuelta es la historia de Rulo, un obrero gordo y cuarentón entrenándose para manejar una grúa gigante de construcción de edificios.

Alrededor de la búsqueda de Rulo por obtener el trabajo de gruero se cocina la relación con un hijo rockero, Claudio, y la nostalgía de su pasado rockstar. Adriana , es una antigua fan, que lo redescubre entre los kilos de más y se ligan sabroso, entre recuerdos y milanesas.

La cotidianeidad sin grandes giros, sin mucha cosa, pero con un nivel emotivo impresionante a blanco y negro y 16 mm, una fotografía sucia, de relaciones familiares desgastadas y expuestas a la dura necesidad laboral.

Mundo Grúa es una película linda y de una preciosa tristeza y nostalgia. Después de verla, seguí soñando con esa sensación que me dejó la historia de Rulo y su cara iluminada por las luces de la carretera Patagónica.

La historia se termina en nuestras cabezas, donde se reconstruye una historia de vida, de alguién que después de casi de dos horas parecía más persona que personaje... -pobre Rulo, sólo quería rockear-... -pero qué manera de manejar esa grúa, cómo los grandes... y siempre diciendo que todo estaba bien-.

El primero de Trapero, es un filme de contemplación en el que “parece que no pasa nada”, porque se parece demasiado a la realidad, en donde de hecho pasan muchas cosas que el director nos señala.

Si usted es de esos que necesitan ayuda en la digestión cinematográfica y siente que la vanguardia se determina desde la yunai, entonces vale agregar que la película recibió muy buenas críticas en The New York Times.

Y si eso no le importa, simplemente siéntese y conozca a Rulo, a su mamá (abuela de Trapero en la vida real), a Claudio, a Torres a Adriana y a la maldita grúa T.

domingo, 26 de julio de 2009

Microscopio y Ultraviolencia

Por Iván Porras para La Malacrianza

Microscopio y Ultraviolencia

Una brutal embestida humana

Clasificada como ultraviolencia, la película Perros de Paja, del director Sam Peckinpah es altamente recomendada para antropólogos, gente que guste de Animal Planet, amantes del cómic con hemoglobina, cineastas en potencia y/o en especial a defensores intransigentes de la paz. Peckinpah expone su perspectiva, muy de autor, al tema de la violencia y la masculinidad.

Basada en la novela The Siege of the Trencher's Farm de Gordon M. Williams y bajo la puesta de un lenguaje cinematográfico independiente, la película se construye como una mirada psicológica de David Sumner, matemático de origen estadounidense, (Dustin Hoffman), y su esposa Amy (Susan George), quienes cambian su residencia a un pueblito de la campiña inglesa.

La serenidad de la pareja, se va quebrantando bajo una serie de sutiles circunstancias de hostigamiento y violencia pasiva: Charlie Venner, el exnovio de Amy es el trabajador que repara el garaje de su casa, junto a su pandilla de amigos de la juventud. Los trabajadores violan la privacidad de Amy en reiteradas ocasiones, primero al robarle un calzón, luego al observar su enagua al bajar del auto, a lo que ella reclama una acción por parte de su marido; acto seguido de una provocación de Amy al permanecer por instantes semidesnuda en la ventana frente a los hombres, en un reto recíproco de erotismo.


El introvertido David se presenta en contraposición a las confianzas y provocaciones de Charlie; el autor construye una atmósfera de violencia latente y contenida al principio para tornarse en un enfermizo conflicto de persecución y defensa.

Al parecer Peckinpah no quiere que nos identifiquemos con ninguno, más bien nos pone mediante su película en un nivel de distanciamiento constante, como de observadores de ese microscopio que muestra su historia. El ser humano visto desde arriba, analizado en sus relaciones entre individuos y en sus experiencias personales.

El desprecio que se le atañe, no es hacia la mujer, no es hacia los campesinos ingleses, no es hacia el académico americano; sino probablemente sea hacia a todos. Se gesta un experimento de variables relativamente controladas, no necesariamente verosímil a la realidad por sus acentos, pero definitivamente nada alejado los desenlaces que se leen en la sección de sucesos de cualquier periódico.

El experimento continúa y nos lleva a conocer a los individuos y sus experiencias en situaciones de una brutal embestida humana.

domingo, 21 de junio de 2009

“The Piano” (Jane Campion, 1993), una melodía femenina

Para La MalaCrianza, Junio.

Ambientada en la época victoriana, cuando la mujer no tenía ni voz ni voto, “The Piano” narra la historia de una mujer escocesa, Ada McGrath (Holly Hunter), que se ve obligada a viajar a Nueva Zelanda con su pequeña hija Flora (Anna Paquin), pues su padre la ha vendido en matrimonio a un colonizador (Sam Neill).

La música como voz:
Ada dejó de hablar desde los seis años, pero se expresa a través del piano que toca. Se proyecta en cada una de las teclas y cada melodía está cargada de sentimientos hondamente dramáticos. La banda sonora de Michael Nyman (Inglaterra, 1944), acentúa cada una de las emociones de Ada, y prácticamente “habla” por ella.
Holly Hunter (Oscar a mejor actriz, 1993), sin decir una palabra, nos logra transmitir todas las sensaciones y sentimientos de Ada con la expresividad de sus ojos y la fuerza de su mirada.
La mujer en el centro:
Esta historia nos coloca en el punto de vista de Ada, quien ante la censura y la castración social de la cultura hegemónica (representada por su marido), no se doblega y se entrega a una pasión “imposible” con Baines (Harvey Keitel), un indio maorí con quien experimenta el amor y el erotismo. Como mujer “violadora de las reglas”, sus acciones la llevan a conocer la penalización social correspondiente. Recorremos junto a ella los salvajes y exóticos paisajes desolados de la isla y los sufrimos con ella. Esta ruptura de la norma, se trasciende a sí misma y le da peso a la lucha, al sufrimiento y a la posterior liberación femenina que conlleva.
Jane Campion logra aproximarse a un personaje femenino como solo una mujer pude hacerlo y transmitirlo, transgrediendo y desafiando como Ada, en lo político y en lo estético, el paradigma del cine predominante.

“The Piano” es una poesía, una melodía, una historia de mujer mas no sólo para mujer. Es un viaje intimista de una mujer lejos de su casa, ajena en una exhuberante isla tropical, acompañada por su piano. Vale la pena verla, escucharla, sentirla…

lunes, 22 de septiembre de 2008

El color del cielo, para La Malacrianza

A ver. ¿Qué se dice cuando una película nacional ha pasado más de un mes en la cartelera de cine nacional, y que, aunque es sacada a la fuerza de algún “mol” por las grandes distribuidoras y delegada en otro a la sala más horrible, sigue teniendo funciones a sala llena, con la fila del mismo tamaño que la que se hace para La Guerra de los Mundos?

No se dice nada porque no pasa. No ha pasado a menos de que esta película se llame El Cielo Rojo.

En las últimas semanas me he dedicado a expresarme bien de este largometraje dirigido por el costarricense Miguel Gómez, muy a pesar de las miradas esnobs de algunos de mis conocidos cinéfilos.

Desde donde lo veo, es la única película largometraje hecha en el territorio nacional que se ha producido con el objetivo de golpear un público meta definido (no para que le guste a la mamá, a la abuelita, a la novia y al sobrino, y al final por supuesto no le gusta a nadie) y ha obtenido excelentes resultados con ese público. Se han superado los 5 mil espectadores: jóvenes entre 15 y 25 años han sido quienes han llenado de carcajadas cada tanda.

Lejos de ser un dechado de virtudes, sus principales problemas radican en el manejo del aspecto técnico: bastante obvias las inconstancias a nivel de fotografía, sonido y diseño, que no tiene nada que ver con poco o grande presupuesto, como se dice a veces, simplemente no se maneja la técnica apropiadamente. No se utiliza un concepto único de realización, es más bien un estilo inconstante y sin rumbo. El guión, tipo “roadmovie”, tiene sus momentos de gracia, sin embargo los clichés para resolver situaciones, algunos diálogos “ñoños” y el final bien esperado hacen que se diste el calificarlo de excelente.

Así las cosas, ¿qué tiene el Cielo Rojo que me impresiona y logró atrapar a tanta gente que, ciertamente, no suele ir a ver cine nacional muy a menudo? Creo que es la primera vez que un costarricense se siente identificado y representado por personajes y situaciones en una pantalla cinematográfica. Sencillamente.

Su gran acierto, definitivamente, son los figurantes y gran parte de los diálogos. Las situaciones en las que se colocan son tan tan cercanas que no queda más que reírse y disfrutarlas. El razonamiento: de veras esa conversación la he tenido o la podría tener yo con mis compas. Sí, ellos cogen, fuman, se enamoran, sufren y dicen malas palabras de la misma forma que los de este lado de la pantalla. Es igual que en otras pelis, la diferencia es que en esta ocasión única, es en tico y en los lugares que conozco. No son los ‘otros’ en esta oportunidad los que hablan.

Yo solo vuelvo una y otra vez a darle mis respetos al Cielo Rojo. Porque, más allá de un asunto de masividad, de cuánta audiencia tenga la sala, es un asunto de identificación, del público sintiéndose como parte de algo, de una cultura, de una idiosincrasia. Y esto es, definitivamente, el reto para los futuros creadores de ficción en nuestro territorio: ¿alguien se descubre en lo que estoy contando?

Natalia Solórzano Vásquez

sábado, 26 de abril de 2008

el cine no hace la revolución.el cine es uno de los instrumentos revolucionarios.
glauber rocha.

martes, 25 de marzo de 2008

Michael Haneke para La Malacrianza

Descubrí a Michael Haneke cuando llegó a mis manos Funny Games, su película del 97.
La utilización de familia tradicional burguesa y sus invitados retorcidos me llevó a través los puntos de giro más inesperados e impactantes. Años de infancia y adolescencia llenos de estúpido cine gringo nunca me prepararon para semejante manejo del tiempo, de las situaciones o de la cercanía entre los personajes-actores y yo.
Así, me dediqué a alquilar/pedir prestado otro poco de su filmografía: Time of the Wolf, The piano teacher y Caché.
¡Demonios!.
Haneke es un austriaco nacido en 1942 que acarrea un sello de cine controversial, odiado por unos (¿se justifica la violencia en el arte?, preguntan), adorado por otros (¡por supuesto! partiendo de que no hace más que reflejar la sociedad retorcida en la que nos hemos convertido).
Lograr que su público se horrorice a punta de audio (y sin recurrir a música incidental, lo que se agradece enormemente, porque soy de las que creo que el sonido de la ‘normalidad’ puede asustar más) y conseguir que cualquiera entre en pánico viendo un televisor en vez de mostrarles una lluvia de balas, es un mérito que hace a Haneke un artista que merece un espacio en cualquier (o alguna, al menos la mía) lista de favoritos.
“I try to give back to violence that what it truly is: pain, injury to another”.
El director, en las pelis que he tenido el privilegio de observar (aún me quedan de tarea The Seventh Continent , Benny's Video, The Castle, Code Inconnu) respalda la violencia en lo que sería su tema de fondo: la incomunicación.
Mal de la sociedad (¿zoociedad?) moderna, es parte de cada uno de sus personajes, retratado en cada situación y gesto: se propaga en comunidades reconstruidas (por ejemplo Time of the Wolf), en jóvenes vanguardistas, en parejas modernas, en profesionales reprimidas.
“The question isn't "how do I show violence?" but rather "how do I show the spectator his position vis-à-vis violence and its representation?"
Haneke juega con nosotros, los que vemos: sabe que existimos, que estamos ahí. Apela directamente a nuestro pensamiento (parece que nos conoce), nos vacila, nos saluda, nos recuerda que lo que observamos no es siempre una realidad, o la realidad que creemos, nos saca de la película para asegurarse que no hemos olvidado que solamente estamos viendo una pantalla.
Hace pocos meses Haneke se dio el lujo de estrenar SU versión gringa de Funny Games. Remarco el SU porque me parece curioso que un director tenga la ventaja de volver a realizar su propia película (para Hollywood en este caso, Naomi Watts incluida), idéntica absolutamente, plano-por-plano con el fin de atrapar al público más comercial de la misma forma que capturó al europeo en su momento.
Se le ha increpado al director por esa decisión de rehacer una obra que ya fue exitosa y que originalmente fue creada lejos de las garras de Hollywood. La respuesta es que esa película siempre ha sido para los gringos: son quienes más se deben cuestionar acerca de la forma en que les ataca la violencia en su sociedad. Y con la violencia que atacan a otras sociedades también.
Así las cosas, repito: Michael Haneke es referencia obligatoria.

Les dejo acá la primera parte de una entrevista con este director